Escuchar y leer proporcionan una visión telescópica de la escritura, mientras que el estudio y la memorización proporcionan una visión microscópica de las Escrituras. Meditar en las Escrituras trae el oír, la lectura, el estudio y la memorización juntos y consolida la palabra en nuestras mentes.
Apocalipsis 1:3 “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía [...]”
1 Timoteo 4:13 “presta atención a la lectura pública de la Escritura[...]”
Hechos 17:11 “Ahora éstos eran de mentalidad más noble que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con gran entusiasmo, examinando las Escrituras diariamente, para ver si estas cosas eran así.”
2 Timoteo 2:15 “Se diligente [RV `Estudia'] para presentarte aprobado para Dios como un obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad.”
Salmos 1:2-3 “pero su delicia está en la ley del Señor, y en su ley medita de día y de noche. Y será como un árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; Y en todo lo que hace, prospera.”
Los Navegantes ilustran esto diciendo que como el dedo pulgar puede tocar todos los dedos, podemos meditar en la Palabra cuando hacemos cualquiera de los cuatro primeros. La meditación es una clave para la revelación. Un nuevo cristiano necesita escuchar y leer la Biblia más de lo que necesitan para estudiar y memorizar. Esto es para familiarizarse con el mensaje general de la Biblia.